Pásenle a lo barrido y a lo barrial

Hijo de un luchador. Fan de Extremoduro y de Manic Street Preachers. Adicto a las botas vaqueras. Coleccionista de sombreros vaqueros y cintos piteados. Aficionado al jazz, vago y autodidacto. He trabajado como despachador de pollo frito, chalán de frutería, fabricante de jocoque casero, lavaplatos en una pozolería, dependiente en una tienda de discos, bodeguero de panadería y vendedor de cerveza en el estadio Corona.

domingo, 11 de mayo de 2008

Lo contrabiográfico


It’ s what you remember what you remember that makes you
MANIC STREET PREACHERS
Emily


La “vida eterna” sólo dura un rato. Un epigraffiti. Un estribillo pop. Un one hit wonder. Sin duda, la “vida eterna” se parece más a un poema corto. La naturaleza del poema corto es ser contrabiográfico. Por contraste con la efeméride y lo notarial que sugiere el poema extenso.

Algunas hojas, primer libro de Gerardo Monroy, que encuentra un símil perfecto en algunas señales, es un libro contrabiografico. Propone sólo señas, carne fría. Señalamientos para configurar una geografía existencial. Nunca una biografía. La semblanza se debe al tiempo. Es una recurrencia satelital.

Ahora, que más de la mitad del mundo es emo, Algunas hojas se nos presenta con alegría biofílica. Y aunque el tono de algunos poemas aparece afectado por el síndrome Ian Curtis, el ánimo de la localidad general es de regocijo. Más que poesía, los textos asemejan pequeñas crónicas de hostel. Croniquitas cercanas a los pequeños detalles colgados en las revistas de viaje. Elementos que van desde el aforismo y el guiño del chat, hasta la línea de galleta de la suerte china y la paráfrasis propagandística.

Lo contrabiografico guarda una correspondencia con lo discontinuo. Lo multiforme. Algunas hojas es un libro multiforme, multiinforme. Producto de un fanático de la minuciosidad. Existe en sus versos una devoción escandalosa, pornográfica por el detalle. Por la sobrexposición del los signos. Hiperrealidad poética. Un fervor cercano a la sobredosis.

Aunque no es obligación de una reseña develar las influencias del objeto a enjuiciar, es ineludible no mencionar la deuda con Octavio Paz. Además claro, de la rememoración emilydickinsoniana. Somos lo que recordamos. Sin importar que no nos recordemos a nosotros mismos. Referencias hay bastantes, sin embargo sólo aludo a estas dos figuras por el matiz contrabiográfico que los vincula con Gerardo Monroy.

La obra prima de todo joven poeta reserva una gran cantidad de historias. En el presente caso, la más interesante es arrancar una carrera literaria con el fenómeno de lo contra. Asumido no como contracultural, sino como un síntoma de la negación. Gerardo Monroy es un autor que siempre ha planteado su obra desde el No. El No bartlebyniano que nos hizo preguntarnos, a quien lo conocemos, si algún día llegaría a publicar un libro. Los poemas de Algunas hojas fueron escritos entre 1993 y 2005. Celebro su debut. No hay nada peor que un joven poeta de la calidad de Monroy que se desperdicia en el anonimato.

Observo en sus poemas, una socorrida sencillez, que no simpleza. Un lado refinado que es terso y agreste a la vez. Dejando de lado la distorsión, el rasgo que identifica a los textos de Algunas hojas es la pureza. Es el mismo impulso primigenio impulsa a todo poeta. En este caso, un grado de pureza, que no purista, que no se debe a nada, ni a las influencias ni a las filias, sólo al poema.

Y es esa la mayor virtud de Algunas hojas, su papel frente al poema. Su respeto por el poema como vehículo eficaz para trasportar la belleza. Por supuesto, sin estar exento de la emoción. Del humor. De la tradición. De la modernidad. Incluso del pop. La brevedad de sus poemas es testimonio de una vida contrabiográfica. De una estética contrabiográfica.

Por sus textos podemos descifrar que la existencia para el poeta ha sido un innumerable paso de post it’s. Recaditos, mensajes, papelillos amarillos que Monroy ha obtenido como los toreros espontáneos. En un ataque de abstinencia por el ruedo. Para decir nunca soy. Nunca he sido. Sin embargo, aquí me tienen.

Algunas hojas, Icocult, 2007