Pásenle a lo barrido y a lo barrial

Hijo de un luchador. Fan de Extremoduro y de Manic Street Preachers. Adicto a las botas vaqueras. Coleccionista de sombreros vaqueros y cintos piteados. Aficionado al jazz, vago y autodidacto. He trabajado como despachador de pollo frito, chalán de frutería, fabricante de jocoque casero, lavaplatos en una pozolería, dependiente en una tienda de discos, bodeguero de panadería y vendedor de cerveza en el estadio Corona.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Carlos Fuentes is dead


Para Daniel Espartaco

Nací en 1978. Año en que Bob Dylan grabó Street Legal. Pertenezco a una promoción de narradores que sufrimos del síndrome No direction home. Algunos miembros de mi generación, al no encontrar suficientes referentes dentro de las letras mexicanas, recurrimos a otras literaturas. Entre los nacionales, nos lanzamos al revival de Rulfo, Del Paso o José Agustín. Sin embargo, también recurrimos a la guardia extranjera: John Cheever, Joyce, Kerouac, Henry Miller, Céline o Bukowski. Para nosotros son más importantes los 20 años del primer disco de Pixies, Come On Pilgrim, que el aniversario de La región más transparente de Carlos Fuentes.

En el relato “Un día en la vida”, basado en una anécdota de diciembre de 1969, José Agustín escribió que Fuentes, Vargas Llosa y García Márquez eran el fin de toda una época en la que siempre había predominado una suerte de inocencia protectora, la atmósfera de un sueño que había funcionado hasta entonces. El motivo por el cual los No direction home ignoramos a Fuentes, no sin leerlo, es por la inexistente correspondencia entre su obra inocente-protectora y nuestra realidad posmoderna.

La literatura de Fuentes, en otro tiempo el registro de la conducta del ser nacional, ha dejado de reflejar las contradicciones del mexicano. En su trabajo sobresale la identidad del país como una riqueza, sí, pero una riqueza explotada en lo anecdotario-idiosincrático, no en lo ontológico. La realidad del ser posnacional es más compleja. Todo gran novelista debe aspirar a develar esa realidad. La producción reciente de Fuentes no alcanza a representarla. Debido a su excesivo interés por historiar la novela, en sus nuevos libros ya no podemos observar al mexicano contemporáneo.

El discurso reciente de Fuentes está más preocupado por preservar cierto status literario que por promover un adelgazamiento en las líneas de lo anacrónico. Tal discurso sugiere que a Fuentes no le incomodaría que se elaborara 50 veces más La región más transparente o Cien años de soledad. Es la razón por la que aspirantes a literatos nos refugiamos en figuras forasteras, sobre todo anglosajones. Tuvimos que esperar demasiado tiempo para ver surgir a narradores en castellano con quienes nos identificáramos. Autores que describen la violencia, el terror, el suicidio de las sociedades contemporáneas. Hasta que se difundieron nombres como el de Fernando Vallejo, Pedro Juan Gutiérrez, Heriberto Yépez o Guillermo Fadanelli, sentimos un carpetazo real al boom y al realismo mágico ingenuo, ese que narra fábulas cursis mientras el mundo se está pudriendo. Realismo mágico el de Rulfo, que más allá del suceso extraordinario critica la realidad social del país al evidenciar los problemas del campo mexicano.

El responsable de La región más transparente ha dejado de ser una voz actual en las letras mexicanas. Su protagonismo sólo demuestra que la literatura no tiene nada que ver con pertenecer a un mercado literario. Su presencia en la actualidad está dictada por el mercantilismo editorial, con el objeto de mantener cautivo a un sector de consumidores de libros. Pero, por otra parte, su débil influencia y su nulo impacto entre los nacidos a partir de 1975 han propiciado que ningún joven se postule como su sucesor. No nos hace falta una secuela. Es un cinturón por el que los narradores no quieren contender. Carlos Fuentes is dead.

Publicado en Tierra Adentro N. 154, Oct-Nov, 2008

3 comentarios:

Unknown dijo...

Duro y a la yugular
me salpicaste todo de sangre

Me encanta

Eduardo Rentería dijo...

Órale Carlos, como los buenos rudos. De ahora en adelante serás excluido del Olimpo de los escritores. La respuesta de los defensores de la "intelectualidad" podría ser esta: "es la opinión de un pinche marginal; ni lo vemos, ni lo leemos". En congruencia por ello tendrías que pasar ahora a ser recíproco: no consumir literatura "dictada por el mercantilismo editorial". Lo cual me parece francamente difícil de conseguir. Es como pasar por un Mix Up y decir; yo no hago más rico a Carlos Slim. Mentira. Quien quita y tal vez esté de oferta toda la colección de los Pixies.

Estoy de acuerdo en que el ser nacional que tú mencionas es más complejo, si tomamos como referencia el tiempo de La región más transparente. También coincido en el carpetazo que dieron al boom y al realismo mágico autores que apuntas. Y por eso Rulfo seguirá siendo lo que es (un fregón, como pocos). Entiendo entonces tu crítica contra lo que Carlos Fuentes ahora representa: la incongruencia entre lo que se dice o se escribe (obra inocente-protectora) y la actual (nuestra) realidad. Donde me hace cortocircuito el asunto es en eso de lo posmoderno y posnacional; ¿por qué esa constante en los escritores de pensar (o peor aún, creer) que su tiempo es el devenir de todos los tiempos?. Si Carlos Fuentes está muerto también siempre lo ha estado lo moderno, yo incluso aseguro que no existe. En cambio sí lo actual (obsesivamente pasajero), sí lo contemporáneo.

En otro asunto; he notado que la demanda por la Biblia Vaquera está en pleno crecimiento...congratulations.

rogelio garza dijo...

me parece exagerado el tributo que le están organizando.
ni de broma le resto méritos como novelista, pero en lo personal no me gusta su escritura. me parece aburrida y soporífera. podría contar lo mismo con la mitad de palabras.

saludoxxx