Pásenle a lo barrido y a lo barrial

Hijo de un luchador. Fan de Extremoduro y de Manic Street Preachers. Adicto a las botas vaqueras. Coleccionista de sombreros vaqueros y cintos piteados. Aficionado al jazz, vago y autodidacto. He trabajado como despachador de pollo frito, chalán de frutería, fabricante de jocoque casero, lavaplatos en una pozolería, dependiente en una tienda de discos, bodeguero de panadería y vendedor de cerveza en el estadio Corona.

jueves, 4 de diciembre de 2008

La antología será convulsiva o no será


Pese a su improcedencia, la antología se ha convertido en el loop de loops de la poesía mexicana contemporánea. El aparato más popular para medir el reitin del devenir poético de la nación. Así lo constata Nosotros que nos queremos tanto, reunión de cabroncetes verificados y por verificar dentro del panorama holográfico de la poetry for the pop generation.

Antes de continuar, permítome elaborar una observación: coincido con Víctor Cabrera que la ausencia de Hernán Bravo Varela es una zancadilla garrafal. Es decir, la no inclusión de Bravo Varela es un pertinente artefacto para medir los riesgos que ha abducido la antología. Traducido lo anterior a un lenguaje futbolero sonaría más o menos así: la falta de prudencia del defensa central al hacerle una entrada fuerte al adversario. La barrida con los tacos por delante sabe que le granjeará la roja, sin embargo no desiste en su empresa con tal de lesionar al delantero. En fin, una vez deglutido el desaguisado, la compilación resulta disfrutable.

Arriba mencioné el socorrido embrutecimiento antológico como vehículo para develar nuestra producción poética. No sé mal entienda, la frase no pretende aforizar sobre la eficacia o ineficacia funcional de las reuniones de autores, me refiero exclusivamente al contexto editorial. En un medio literario, como el mexicano, en el que la publicación de poesía y su consecuente distribución es una práctica inexacta, la antología viene a rellenar ese hueco frecuente creado por, entre otras razones insalvables, los abismos geográficos y de difusión.

Siempre he simpatizado con las antologías porque nunca pasan desapercibidas, ni siquiera en los circuitos más globeros y triciclitos del orbe. Hay antologías que son como un chile relleno de chile. Como los “tacos de nada”, que vendían afuera de la plaza de toros de mi ciudad los domingos de lucha libre. Tacos de pollo fantasma o de espíritu de pollo. Afortunadamente no es el caso. Sin quisquilloceo, puedo afirmar que existe abundante cebolla con queso en el centro de esta enchilada rosa que es Nosotros.

Pero, más pertinaz que acercarnos a lo culinario, la presente congregación nos orilla a la juguetería. No se asuma esto como nota informativa degenerativa. No hablo de una impronta infantilista. Mi concepción se relaciona con términos de aparador. Sólo en el escaparate de Woolwoort se observa a artefactos tan disímiles cohabitar en una misma oferta. Lo que nos empuja a cuestionarnos por el carácter de selección para determinar a los antologazos. Existen aquí poetas que de ninguna forma se justificaría su ausencia, pero también hay otros que podrían ser fácilmente intercambiables. Sí, antes que otra cosa, Nosostros es un juego de Lego.

Considero coolmente que el campechaneo de elegidos obedece al carácter de la poesía actual mexicana. Una poesía en constante step by step codificante. Una poïesis que aboga por el Vale más una antología en mano que ciento volando. Aceptémoslo, en esta cancha, la antología siempre toca el balón. Mientras gran parte de la producción poética del país pervive almacenada en polvosas y húmedas bóvedas, como películas de terror en formato de carrete, la antología da cuenta, a veces clara, por qué no decirlo, de los penaltis, las amarillas y los corners de nuestro corpus mitad Hulk mitad David Banner.

Al principio, invoqué el referente de Víctor Cabrera para evidenciar una no presencia. Anexo otra: Luis Jorge Boone. Aunque las ausencias incomodan, agrada el carácter no totalitario de Nosostros. Las antologías que siempre lo pretenden todo o las que no consiguen nada siempre terminan por caer gordas. Tampoco voy a decir que una antología exitosa es aquella que nos defrauda. Una antología debe ser convulsa. En un mismo espacio deben confluir poetas a los que quieras tanto y otros a los que odies mucho. Es la ley natural de las antologías, lo vi en el Discovery Channel.

Nosostros no es un texto que nos representa, ni aspira a hacerlo, pero tampoco nos desdice. Alcanza a reflejar la condición imperante de los actores de nuestra poesía. Una constante rain dog (Tom Waits dixit). ¿Recuerdan la fábula de los rain dogs ? En su disco del mismo nombre y en la canción homónima, Waits relata la historia de los perros de la lluvia o perros mojados. Todos los perros poseen un sistema para regresar a casa, olfatean sus orines y las pistas los conduce a sus hogares. El problema se presenta cuando llueve, el agua deslava los señuelos y se ven imposibilitados para recobrar el camino de vuelta y se pierden.

De la misma forma, Nosostros nos plantea la extravagancia de un improbable retorno. ¿Hacia qué, hacia dónde? ¿Un no regreso a la tradición? Posiblemente. Puede ser, pues la presente producción poética mexicana no ha forjado ninguna tradición. A lo mucho un puñado de malditos rain dogs que luchan perdurablemente por volver a casa. Algunos lo conseguirán, otros no. Unos ni casa han tenido. Pero al final, todos se preguntarán si habrá valido la pena dejar algunas heces indicativas de su tránsito. Yo creo que sí. De algo sirve rezarle a la virgen.

4 comentarios:

rogelio garza dijo...

qué bueno porque no me gusta el pollo, pero la poesía sí.
así son todas las antologías, nunca están todos los que son y siempre sobran algunos de los que están...

oye, carnal, dos cosas:

a) acabo de leer en Replicante Plus tu texto de Kerouac con la dedicatoria, qué buena onda.

b) estuve en la FIL porque fui a colocar mi bookie y vi La Biblia Vaquera muy bien exhibida, felicidades, era una pila de Biblias de neón.
Me hubiera gustado adquirirla, pero debes saber que no compré nada porque estoy más quebrado que Jesús en la Cruz. El único libro que me traje fue el que me regaló Mi Tocayo Villarreal, El Periodismo Cultural en Tiempos de la Globalifobia...

Abraxxxo!

Chic Lolita dijo...

Bueno, qué te puedo decir. Las antologías, como bien comenta Rogelio, jamás nos dejarán satisfechos. Ni de pollo ni de queso, de nada. Total, no sé por qué tanto alarde, a fin de cuentas los que leen poesía son los mismos poetas, y no hablar de las antologías. Supongo que sólo "nosotros" vamos a leer esta antología. Sorry, lo de nosotros es mero formalismo, me excluyo del pronombre. Saludos, manatí!

ángel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ángel dijo...

En nuestro país, lamentablemente toda antología ha sido y es un ejercicio de exclusiones, de vanidades, preferencias y dudosos rigores.

Desde la Asamblea de poetas jóvenes hecha por Zaíd hace más de dos décadas (¿cuántos sobrevivientes siguen a flote?) la cosa no cambia. Pura extra literatura.

Una pena.